El entrenamiento puede tener efectos positivos en su sistema respiratorio dependiendo del tipo de ejercicios que realice. Las actividades aeróbicas, como correr, nadar, andar en bicicleta y otros deportes de resistencia, pueden ser las más beneficiosas porque afectan inmediatamente a los pulmones y requieren más oxígeno que las actividades anaeróbicas, como el entrenamiento con pesas.
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Capacidad pulmonar
Ciertos tipos de entrenamiento, como intervalos de natación, pueden mejorar la capacidad pulmonar. Por ejemplo, respirar cada tercer, quinto o séptimo golpe para distancias cortas puede ayudar a mejorar su rendimiento general. Al gravar sus pulmones y forzarlos a trabajar más duro, puede aumentar constantemente su capacidad pulmonar.
Potencia aeróbica
A medida que aumenta su entrenamiento y ejerce más energía, también aumenta su consumo de oxígeno. En cierto punto, su consumo de oxígeno se estabiliza y se nivela. Este punto se conoce como su VO2 max o capacidad aeróbica máxima. Phil Davies, un especialista en resistencia y acondicionamiento certificado que escribe para el sitio de Sports Fitness Advisor, señala que puede aumentar su VO2 max entrenando al 75 por ciento de potencia aeróbica durante 30 minutos, tres veces por semana.
El más y el menos de los efectos del sistema inmune
El entrenamiento puede tener un efecto tanto positivo como negativo en la inmunidad de su cuerpo. El sobreentrenamiento puede debilitar su sistema inmunológico, lo que podría provocar una infección respiratoria o un resfriado. Sin embargo, un ejercicio diario moderado puede ayudar a su cuerpo a producir y circular células adicionales que combaten las bacterias. Además, el entrenamiento de rutina reduce el estrés, lo que ralentiza su respiración y aporta más oxígeno a su sistema.
Enfermedades respiratorias crónicas
Aunque los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas como el asma deben tomar las precauciones necesarias, aún pueden beneficiarse de ejercicios de entrenamiento saludables. Si sufre de asma inducida por el ejercicio, asegúrese de que su medicamento esté cerca, tómese unos minutos para calentarse y enfriarse, evite el aire seco, manténgase en el rango cardíaco objetivo y escuche a su cuerpo descansar cuando sea necesario. Consulte a su médico antes de comenzar cualquier nuevo régimen de entrenamiento.