Cuando haya servido suficiente vino caro y latas de V8 a 30, 000 pies, uno esperaría que todas esas bebidas a bordo comiencen a verse iguales. Sin embargo, según los expertos de la industria, hay una bebida que las azafatas odian por completo a los pasajeros del avión, y no, ni siquiera es alcohólico. En realidad es Coca-Cola Light.
¿Por qué? Bueno, es porque Diet Coke tiene una tendencia a burbujear más que sus contrapartes azucaradas y lleva más tiempo verter.
Alguna química rápida: el azúcar (o jarabe de maíz con alto contenido de fructosa) utilizado en los refrescos regulares aumenta la viscosidad del líquido muy ligeramente y hace que se formen burbujas más grandes. Cuanto más grande sea la burbuja, más rápidamente explotará, lo que significa que en realidad hay menos efervescencia. Las gaseosas dietéticas son menos viscosas y sin azúcar, lo que significa que en realidad emite más gas .
Hay otras razones para evitar los refrescos de dieta en los aviones. Una investigación sugiere que las bacterias de pseudomonas aeruginosa a estafilococo se encuentran comúnmente en la parte superior de las latas de refresco. Peor aún, un estudio de 2015 reveló que hay una cantidad sorprendente de bacterias en los suministros de agua de los aviones, lo que significa que esos cubitos de hielo podrían no ser la apuesta segura que esperabas.
En caso de duda, mata a dos pájaros de un tiro y pídele a tu azafata toda la lata (en la mayoría de los casos, la entregarán con gusto) y límpiala antes de servirte un vaso. ¡Abajo!