Innumerables publicaciones médicas han documentado los efectos adversos para la salud del tabaquismo. A pesar de todas las investigaciones que demuestran qué tan dañino puede ser fumar en el cuerpo, muchas personas todavía no pueden dejar el hábito, incluso si realizan ejercicio regularmente y viven un estilo de vida que de otro modo sería saludable. Algunas personas incluso les gusta encender un cigarrillo inmediatamente después de un entrenamiento extenuante. Aunque siempre es una mala idea, fumar después del ejercicio puede ser particularmente dañino para el cuerpo.
Video del día
Corazón
Fumar después del ejercicio ejerce una gran presión sobre el corazón. Al igual que todos los órganos y músculos sanos, el corazón requiere oxígeno para funcionar correctamente. Sin embargo, el humo del cigarrillo agota el oxígeno del cuerpo y lo reemplaza con dióxido de carbono nocivo. Como resultado, el corazón debe bombear más para suministrar al cuerpo el oxígeno necesario. La nicotina en los cigarrillos también actúa como un estimulante, elevando aún más su ritmo cardíaco más allá de los niveles ya elevados producidos durante el ejercicio.
Pulmones
La inhalación de humo de cigarrillo reduce el paso de aire en los pulmones y hace que sea más difícil respirar. El humo del cigarrillo desencadena la inflamación crónica de las membranas mucosas, restringiendo aún más las vías respiratorias. El alquitrán presente en el humo del cigarrillo cubre los pulmones, haciéndolos menos elásticos y comprometiendo la capacidad de oxígeno. El alquitrán también dificulta la desintoxicación pulmonar. Después del ejercicio, el cuerpo necesita la mayor cantidad de oxígeno posible para recuperarse, razón por la cual su respiración se acelera y su ritmo cardíaco aumenta. Pero fumar altera todo, encoge las vías respiratorias y reduce la cantidad de oxígeno en la sangre.
Cerebro
Fumar después del ejercicio introduce altos niveles de monóxido de carbono en el torrente sanguíneo. Este monóxido de carbono puede tener efectos graves en la función cerebral, privando al cerebro del oxígeno necesario para mantener una función adecuada. Los niveles elevados de monóxido de carbono pueden distorsionar la percepción del tiempo, afectar el rendimiento visual, alterar las habilidades motoras e incluso obstaculizar el razonamiento cognitivo. Después del ejercicio, para empezar puede sentirse agotado y desorientado, por lo que fumar solo aumenta las posibilidades de experimentar aturdimiento y otros efectos no deseados.
Fatiga
Al reducir los niveles de oxígeno y gravar el corazón y los pulmones, fumar después del ejercicio contribuye a la fatiga durante la recuperación. Este aumento de la fatiga puede negar cualquier aumento de energía del ejercicio. La fatiga posterior al ejercicio puede ser tan debilitante, que a los fumadores les puede resultar difícil mantener una rutina regular de ejercicios, lo que lleva a un menor ejercicio y una disminución de la condición física general. El fumar prolongado puede suprimir los niveles de oxígeno hasta el punto de que la fatiga persiste y compromete el rendimiento atlético futuro.